sábado, 16 de marzo de 2013

Somos almas inquietas.

Caminamos y corremos por la vida,como si supiéramos cuándo y dónde detenernos.
Y son unas palabras,
unas promesas,
una mirada diferente,
quiénes nos hacen detener e intentarlo.
A veces,salimos victoriosas
y sin heridas.
Entonces,es como que todo se detiene y empieza a girar de otro modo.
Alguien nos ayuda a ser más sensibles,
más serenas,
y dejamos los misterios,
las huídas
y los recuerdos,
en el banco de una plaza,
en la mesa de un bar,
y hasta en un ascensor.
Nos liberamos,
descubrimos los colores de la vida y empezamos a amar las noches
con sus insomnios
con sus intrigas
con lo que la vida nos pone adelante
para intentar algo nuevo.
Y así, siempre.